Para mí es suficiente con maravillarme con estos secretos e intentar humildemente hacer en mi mente una imagen de la elevada estructura de todo lo que existe.

ALBERT EINSTEIN

La llamada Ciencia Ficción no es un género tan ficticio como podría parecer. Muchas veces en la historia de la Ciencia ha ocurrido que la denominada literatura de Ciencia-Ficción ha prefigurado y dado forma a muchos inventos que la Tecnología —la mano derecha “ejecutiva” de la Ciencia—, no construirá sino hasta años después. Con una mezcla de conocimientos científicos e imaginación —según un método que perfectamente podríamos catalogar como “heurístico”—, los escritores de Ciencia Ficción han sido capaces de dar a luz a objetos que la Ciencia había trazado sólo teóricamente.

Arma láser real de la naval de E.E.U.U.

Arma láser real de la naval de E.E.U.U.

Por todo lo que decíamos antes, es que a la literatura de Ciencia Ficción suele llamársele también “Literatura de anticipación”: los escritores de Ciencia Ficción —quienes a veces son además científicos— beben del rigor categorial de la Ciencia, y a la vez, dejan volar la imaginación para construir artefactos que todavía no habían pasado de la potencia al acto, de la esencia a la existencia, convirtiéndose así en verdaderos visionarios tecnológicos.

Piénsese si no en los casos de Cyrano de Bergerac, Jules Verne, Ray Bradbury, H. G. Wells e Isaac Asimov —por sólo poner ejemplos bien conocidos—, quienes en sus relatos

acabaron de dar forma a inventos que luego serían la base del submarino, el avión, el cohete espacial o interplanetario, el aire acondicionado, los artefactos teledirigidos, y los autómatas, robots, androides y cyborgs.

En el caso del láser, se reconoce que fue el escritor soviético de Ciencia Ficción Alekséi Nikoláyevich Tolstói, en su novela La Hiperboloide del ingeniero Garin (1927), quien imaginó y presentó el primer artefacto tipo láser, basándose en propuestas que ya venían planteando desde hacía más de dos décadas científicos de la talla de Max Planck y Albert Einstein.

Posteriormente a la literatura, el cine de Ciencia Ficción, e incluso también el mundo de los videojuegos, han hecho amplio uso de la imaginería del láser, principalmente en cuanto al diseño espectacular y a veces futurista de armas y dispositivos de localización y medición. ¿Qué sería de sagas cinematográficas tan célebres como Star Wars, Star Trek o Battlestar Galactica, o de videojuegos tan frecuentados como Quake, Call of Duty o World of Warcraft, sin la imaginería luminosa y potente de las armas de rayos láser?

Por cierto que ha tendido a atenuarse la línea que divide el ficcional license to kill de los videojuegos —cuyos gráficos son cada vez más asombrosamente realistas—, y el uso de armas y dispositivos láseres en la vida real. Algo a tomar muy en cuenta en este sentido es el dilema ético que encierra el hecho de usar la alta tecnología (high tech) en la carrera armamentista, para el diseño de potentes armas de destrucción, masiva o no. Éste es un tema que preocupaba mucho a Einstein en los umbrales del surgimiento del láser, cuando ya la poderosa hermana tecnológica del láser, la energía nuclear, había sido terriblemente mal usada durante la Segunda Guerra Mundial.