La década del ’60 del siglo XX fue muy importante en términos científicos, culturales y tecnológicos. El láser es uno de los avances que cuaja en dicha década, pues hasta poco antes existía sólo en teoría. Así pues, a pesar de su historia en ciernes —que ya sumaba varias décadas desde los primeros pasos dados por Max Planck y Albert Einstein—, no es hasta la década del ’60 del siglo XX que la tecnología láser hace su entrada definitiva en el mundo.
Previamente, en 1951, Charles Hard Townes había descrito la tecnología máser —que junto al láser es otro de los derivados de la teoría de Einstein sobre la emisión inducida de radiación electromagnética. En 1954 el propio Townes construye el primer máser de que se tenga noticia. La década del ’50, con respecto al láser, fue activa y fecunda en términos teóricos y experimentales, pero todavía no se arribó a nada concreto ni definitivo. Algo a tomar en cuenta es que el término l.a.s.e.r. fue acuñado en 1959 por el físico norteamericano Gordon Gould, quien posteriormente se enrolaría en numerosas batallas legales para obtener la patente del que consideró fue un invento suyo.
Teóricamente, durante la década del ’50 se había establecido que la materia más conveniente para amplificar la luz láser debería ser algún gas; pero la práctica demostró otra cosa. Poco después, justo al inicio de la década, en 1960, el ingeniero físico norteamericano Theodore Harold Maiman —mientras experimentaba con un máser— creó el primer láser conocido, que amplificaba la luz usando un cristal sintético de rubí, y generando con ello un rayo láser de coloración roja —de un rojo espectralmente tan profundo, que rozaba el infrarrojo y con ello la invisibilidad para el ojo humano. El invento fue un gran logro experimental, pero no pudo ser transformado todavía en un artefacto de utilidad práctica debido a que el rayo láser de Maiman se sostenía muy brevemente en el tiempo. De todos modos, sentó las bases para lo que vendría en la década siguiente. También en 1960 los Laboratorios Bell crean el primer láser que sí se basaba en la amplificación mediante una mezcla gaseosa de helio-neón —el famoso láser HeNe, que por lo general es visible con coloración roja, o invisible por infrarroja.
Los eventos relacionados con el surgimiento del láser, a partir de la segunda mitad del siglo XX se aceleraron y precipitaron, y fueron muchas las variantes de láser que fueron surgiendo,
distintas no sólo en sus posibles aplicaciones, sino además en cuanto a la materia que se usaba para amplificar la luz: neodimio (1961), granate (1962), itrio-aluminio (1962), semiconductores (1962), nitrógeno (1963), gases nobles (1964), pigmento orgánico (1966) y excimer (1970). En décadas posteriores se introducen nuevas materias en distintos estados de agregación.
Dos pasos importantes en el sentido de convertir el láser en una herramienta útil para el ser humano lo constituyeron, por un lado, el primer uso quirúrgico eficaz del láser en 1961 —para la destrucción exitosa de un tumor de retina—, y por otro, la implantación de un dispositivo láser a una maquinaria de corte, ya en la década del 70. Ya desde 1963 los Laboratorios Bell habían creado el primer láser de dióxido de carbono (1963) —que por su gran potencia y estabilidad, aún hoy día es de los más usados para corte y grabado de materiales con láser.
Un uso entre militar y científico del láser lo constituyó la implantación en la Luna de un retrorreflector de rayos láser (en inglés Laser Ranging Retro-Reflector) —colocado allí por primera vez por los tripulantes de la misión Apolo 11, aunque posteriormente también lo hicieron la Apolo 14 y la 15, en versiones cada vez más grandes—, gracias al cual se consiguió medir con gran exactitud la distancia de la Tierra a la Luna. El funcionamiento de este experimento se basa en que el retrorreflector lunar refleje un rayo de luz láser enviado desde la Tierra. Por desgracia, ya desde la misma década del ’60 además comenzó a usarse la tecnología láser con objetivos eminentemente guerreristas.
En 1965 se inventa el primer disco compacto láser. El llamado diodo láser es actualmente el medio activo semiconductor más utilizado como mecanismo en equipos electrodomésticos láser tales como quemadores-reproductores de DVD o Blue-ray, e impresoras láser. También ya desde mediados de los ’60 se comienza a tomar en cuenta que a través de las fibras ópticas —una tecnología que se conocía por lo menos desde principios del siglo XX—, los pulsos de luz amplificada con láser, a diferencia de los de luz LED, pueden transitar grandes distancias en banda muy ancha, conservando gran fidelidad y con una disminución mínima en su intensidad. Éste fue un paso importante para, entre otras cosas, el desarrollo futuro de las telecomunicaciones y de la Internet.